Guardo en algún rincón de mi memoria aquellas tardes de humedad y salitre. Entre callaos verdinegros trastabillaba ni juventud.
Mas también vislumbro, la mirada protectora que en no se que momento se esfumó.
Y cuando no seamos mas que un recuerdo, un susurro lejano, aquellas piedras intemporales seguirán allí cobijando otros seres, que sin saberlo están subidos a la rueda del tiempo.