viernes, 20 de diciembre de 2013

Puerta del Revellín



   Muchos pasaron bajo tu arco dentado
y muchos más tendrán que pasar.
   Y seguirás ahí intemporal, con tu boca pétrea que engulle hombres. El tiempo es tu aliado y sus  vidas tu alimento.
  

No tenemos nada

   Y entre las hileras de viñas ya invernales, aun brillan aquí y allá unas pocas  hojas dorada y rojas.
   El sol mortecino de media tarde las hace brillar como semáforos y el viento fresco las mece.
   Y yo, caminante azaroso, con la respiración entrecortada, paso junto a ellas mirándolas encandilado con su brillo.
   Pero se que vendrá un viento más vigoroso que sin escrúpulos las arrancará de la cepa, apagando su color y quedando olvidadas junto algún ribazo cercano.
   Sigo en mi empinado camino flanqueado por las cepas viejas, aun pensando en aquellas hojas y en su inminente finitud.
   Y pienso, que ni si quiera las flores más bellas no se marchitan, que ni los días más luminosos no terminan por nublarse, que los ríos más caudalosos no pueden secarse, y lo que más aun me atormenta, que tus dulces besos pueden marcharse.
   Y sigo caminando y no quiero pararme  pues soy temeroso de perder esta senda, porque se que ya no tenemos nada, solo momentos y recuerdos, que como aquellas hojas se irán apagando.

domingo, 8 de diciembre de 2013

Logroño, que presumida.

     No haces más que mirarte en las verdes aguas del Ebro.
Tu,  vieja ciudad con aires juveniles, siempre presumes de tus 
pétreas torres y de tus gastadas murallas.
    A veces, los chopos de la ribera  no te dejan asomarte,
porque sus ramas frondosas  disputan tu sitio.
   Otras veces, cuando sus doradas hojas  caen irremediablemente,
 te cuelas entre sus ramas luciéndote pletórica y orgullosa.
   Y como hasta eso  te parece poco, extiendes tus puentes como brazos,
haciendo reflejar  sus muros en la mansa corriente.
   Por qué distraes mis pensamientos contoneándote,
por qué presumes tanto, no sabes que solo eres una novia entre otras,
no sabes que algún día partiré hacia otros lares.
   Perdona, perdona, no te apenes compañera, aun quiero seguir 
a tu lado, encandilado con tu aroma y tu luz, te quiero, lo sabes bien,
me tienes embrujado. 






domingo, 1 de diciembre de 2013

UNA RETIRADA A TIEMPO


    Tras contemplar a través del cristal de mi ventana que el cielo era azul y el sol brillaba con fuerza, sin pensar mucho, cogí los trastos de pintar y me lanzé a la calle.
   Decidí ir a la Grajera, un espacio natural que todos los logroñeses tenemos el placer de disfrutar a cinco minutos de la ciudad.
   Al llegar, todo era bucólico, las ardillas saltaban entre los pinos, los patos chapoteaban en la represa y los cisnes se acercaban a las mesas de la cafetería por si les caída algo.


   Como no tenía prisa, decidí darme un paseo para entrar en calor, porque aunque el sol brillaba, hacía algo de fresco. Después de media hora andando por los senderos del parque e intentando localizar algún paisaje digno de plasmar, me acerqué a la orilla del pantano, donde se contemplaba una vista decente.
   Despliego la silla, saco los pinceles, lápices y demás, cuando empiezo a notar una ligera brisa del noroeste que empezaba a enfriarme la oreja izquierda. Me afanaba en bocetear los que veía, rápidamente empecé con el color, pero la brisa se convirtió en viento, luego en vendaval y al final era un huracán que me congelaba  por momentos. Con pena, rabia y apresurado, metí los bártulos en la mochila y salí por patas al coche. Lo que prometía ser una mañana estupenda de pintura, se fue al chasco, pero ya sabéis , una retirada a tiempo dicen que es una victoria, aunque en este caso sería, una retirada a tiempo es un catarro menos.