martes, 30 de diciembre de 2014
lunes, 10 de noviembre de 2014
miércoles, 29 de octubre de 2014
En el camino
Pisando las sombras antiguas sobre el camino, viajan las almas errantes. Tras cada recodo, espera la ilusión renovada, pero el esfuerzo, las lágrimas y el dolor van pesando.
Y sobre las ramas de los chopos dorados, observan los ojos inquietos de los pájaros absortos, que aveces regalan su trino monótono que acompasan las pisadas.
Y unos tras otros van pasando, siempre siguiendo al sol, con las espaldas repletas y el espíritu dispuesto a entregarlo en el duro camino.
Y yo los miro y viajo con ellos, también me pesa la carga que llevan, también suda mi frente, también lleno las botas de polvo.
Y sobre las ramas de los chopos dorados, observan los ojos inquietos de los pájaros absortos, que aveces regalan su trino monótono que acompasan las pisadas.
Y unos tras otros van pasando, siempre siguiendo al sol, con las espaldas repletas y el espíritu dispuesto a entregarlo en el duro camino.
Y yo los miro y viajo con ellos, también me pesa la carga que llevan, también suda mi frente, también lleno las botas de polvo.
sábado, 25 de octubre de 2014
Luz de otoño
Lucen las hojas al sol de otoño, brillan las hierbas de los campos mecidas, y el aire nuevo, refresca los rostros. La juventud queda atrás, dejando paso a la belleza madura, con sus contornos insinuantes, con la calidez de un hogar habitado. Y aun buscamos las sombras para no cegar la vista y aun vamos ligeros sobre el camino, pero el tiempo no se detiene en una tarde soleada y pronto los mantos blancos caerán sobre nosotros.
lunes, 14 de abril de 2014
Rincones de Logroño (Monte Cantabria)
Y como muchas otras veces, mis pies no se resisten a encaminarse hacia ese lugar enigmático, y acompañado con el sol a mi espalda empiezo a subir las primeras rampas que parten del cementerio. En otras ocasiones solía hacer este trayecto corriendo, pero las empinadas y bacheadas cuestas ahora castigarían mi cuerpo. Aun así, la respiración y el corazón no tardan en acelerarse y tengo que responder a los saludos de los peregrinos con los que me voy cruzando con una ligero gesto ahogado.
Y para colmo, al pasar por unas marginales viviendas, salen a mi encuentro unos desaliñados perros que ladran al calor de sus amos que con sus miradas me azoran.
Pero en seguida voy ganando altura, y entre las viñas y viejos olivos, mi paso se agiliza, voy entrando en calor, pero no tanto como para echar a correr como en tiempos pasados. Ya se atisba el punto genodésico que corona el cerro, colocado espantosamente sobre los restos de la muralla.
Entonces mi imaginación empieza a trabajar, creo oír voces y gemidos que arrastra el aire hacia mi, entrechocar de espadas, gritos de guerra, incluso creo haber visto asomase tras las viejas torres un berón con su celada celtibérica que me increpa desde las alturas blandiendo su falcata.
Por fin, arriba, entro en el recinto a través de una herida en la muralla provocada por motocicletas y otros vehículos humanos. El lugar como siempre, aparece abandonado y lleno de matojos que dejan entrever los restos de viejas campañas arqueológicas y de desaprensivos Indiana Jones que jugaron a encontrar tesoros, Recorro el perímetro y puedo contar hasta once torres adosadas a la muralla. Madre mía, tuvo que ser una impresionante ciudad para su tiempo.
Apenado por el estado del yacimiento, y con la esperanza de que algún día se recupere, no me queda otra que asomarme al precipicio que da al río y extasiarme con la fantástica vista. Abajo se ve la ciudad de Logroño, coqueta y alegre abrazada por el Ebro. Uno tras otros, sus puentes la tocan y las verdes arboledas la acunan. Para entonces, el sol empieza a ponerse, y lanza sus últimos rayos acariciando los tejados rojos. Es un paisaje entrañable que merece la pena visitarlo de vez en cuando, esos si, siempre respetando lo que aquí se encuentra. Pero como no somos de fiar, espero que las autoridades COMPETENTES, pongan coto para preservar esta maravilla que aquí tenemos.
sábado, 12 de abril de 2014
RINCONES DE LOGROÑO (VIEJO PUENTE)
Viejo puente de arenisca y sudor,
sobre el vado del río pusieron tus piedras,
para siempre ya en su lecho.
Sobre ti las vidas vienen y van,
bajos tus sillares la corriente arrastran palabras antiguas,
y entre tus arcos fluyen las almas perdidas.
Y yo, perdido entre las dos orillas,
me refugio en tus oscuras sombras,
con la esperanza que el tiempo no me atrape,
con la esperanza de dormirme en tus pilares.
.
sobre el vado del río pusieron tus piedras,
para siempre ya en su lecho.
Sobre ti las vidas vienen y van,
bajos tus sillares la corriente arrastran palabras antiguas,
y entre tus arcos fluyen las almas perdidas.
Y yo, perdido entre las dos orillas,
me refugio en tus oscuras sombras,
con la esperanza que el tiempo no me atrape,
con la esperanza de dormirme en tus pilares.
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lunes, 17 de marzo de 2014
DESDE MI VENTANA
No tengo más que asomarme a mi ventana para que en pocos segundos mi mirada empiece a repasar los contornos y colores de paisaje. Y como siempre tengo a punto los instrumentos, plasmo humildemente lo que veo.
Justo en frente, las picudas crestas de la sierra parecen saludarme y al mismo tiempo, juegan con los dorados rayos que le llegan de poniente, pintando oscuras sobras en sus escarpadas paredes.
Bajo ellas, un sin fin de anárquicas tierras dibujan el terreno escoltadas aquí y allá por viejas charras. Y fantasmagóricamente, una tenue calima las envuelve como si fuera una frágil sábana de seda.
Y ya, casi al alcance de mi mano, las pequeñas huertas del extrarradio empiezan a verdear, cruzándose en diagonal sus sinuosos surcos con las sombras de los incipiente chopos ribereños. Al final, la vía férrea, a estas horas solitaria, vuelve a llevar mi mirada otra vez a viajar por este esplendido paisaje que tengo frente a mi ventana.
Justo en frente, las picudas crestas de la sierra parecen saludarme y al mismo tiempo, juegan con los dorados rayos que le llegan de poniente, pintando oscuras sobras en sus escarpadas paredes.
Bajo ellas, un sin fin de anárquicas tierras dibujan el terreno escoltadas aquí y allá por viejas charras. Y fantasmagóricamente, una tenue calima las envuelve como si fuera una frágil sábana de seda.
Y ya, casi al alcance de mi mano, las pequeñas huertas del extrarradio empiezan a verdear, cruzándose en diagonal sus sinuosos surcos con las sombras de los incipiente chopos ribereños. Al final, la vía férrea, a estas horas solitaria, vuelve a llevar mi mirada otra vez a viajar por este esplendido paisaje que tengo frente a mi ventana.
martes, 4 de marzo de 2014
Caserío canario
Paredes blancas piedras volcánicas, teas que adornan tus ojos, tejados rojos que vierten las aguas.
Navegan los muros entre la verde tela y las envaradas palmeras dibujan su sombra.
Entre los barrancos, sobre las risqueras, junto a los pantanos, bajo las estrellas.
Puertas, ventanas, todas abiertas, el calor penetra. Las palabras antiguas duermen sobre las viguetas.
Corre, corre el agua baja de la cumbre, el susurro te saluda, te duerme bajo las sobras endémicas.
Cerúleo arriba, esmeralda abajo, pardo dentro y brillo en los ojos llorosos.
lunes, 24 de febrero de 2014
ROQUE NUBLO
Sombra del Nublo
altar de mi tierra amada,
hay nieve y sol en la cumbre
cumbre de mi Gran Canaria.
(De la canción Sombras del Nublo)
Y yo añado...
Aun después de tantos años lejos de ti,
en mi memoria siempre te llevo,
símbolo de nuestra tierra,
donde a tu sombra quiero mi fin.
altar de mi tierra amada,
hay nieve y sol en la cumbre
cumbre de mi Gran Canaria.
(De la canción Sombras del Nublo)
Y yo añado...
Aun después de tantos años lejos de ti,
en mi memoria siempre te llevo,
símbolo de nuestra tierra,
donde a tu sombra quiero mi fin.
lunes, 20 de enero de 2014
Veleros en Portosín
Tras el cristal helado de mi ventana, que me protege del crudo invierno castellano, me viene a la memoria una y otra vez las soleadas tardes de verano en Portosín.
Desde el horizonte, el sol lanza rayos dorados sobre la costa, incrementando la luz de las fachadas y los blancos cascos de los veleros, que a su vez se miran en el mar ondulantes y coquetos.
Sus tiesos mástiles, serpentean en el agua cual culebras bailarinas y banderolas y cabos sueltos son acariciados por la brisa del mar.
Me prometí a mi mismo que no volvería a encariñarme con más sitios, pero, la belleza insultante de este pueblo, me atrapó desde el primer día. Creo que no me equivoco si dijera que me gustaría vivir mis últimos días paseando por sus playas de arenas blancas y sus verdes montes que se asoman con descaro al Atlántico. Y si por casualidad, mientras vas paseando por el muelle, arriba un barquito repleto de los frutos más preciados de la ría, y las gaviotas empiezan a danzar sobre tu cabeza entonando una sinfonía de armoniosos graznidos, y los lugareños y turistas curiosos se acercan a la orilla a ver la fresca pesca, entonces compañero, si que ibas a comprender mi entusiasmo por este rincón gallego.
Desde el horizonte, el sol lanza rayos dorados sobre la costa, incrementando la luz de las fachadas y los blancos cascos de los veleros, que a su vez se miran en el mar ondulantes y coquetos.
Sus tiesos mástiles, serpentean en el agua cual culebras bailarinas y banderolas y cabos sueltos son acariciados por la brisa del mar.
Me prometí a mi mismo que no volvería a encariñarme con más sitios, pero, la belleza insultante de este pueblo, me atrapó desde el primer día. Creo que no me equivoco si dijera que me gustaría vivir mis últimos días paseando por sus playas de arenas blancas y sus verdes montes que se asoman con descaro al Atlántico. Y si por casualidad, mientras vas paseando por el muelle, arriba un barquito repleto de los frutos más preciados de la ría, y las gaviotas empiezan a danzar sobre tu cabeza entonando una sinfonía de armoniosos graznidos, y los lugareños y turistas curiosos se acercan a la orilla a ver la fresca pesca, entonces compañero, si que ibas a comprender mi entusiasmo por este rincón gallego.
miércoles, 1 de enero de 2014
Tras la tormenta
Acaba de caer una pequeña tormenta sobre Logroño, y lo primero que inunda mis sentidos es el olor penetrante a tierra mojada, a hierba húmeda y a un tenue vapor que emana el río.
Aquí y allá abundan los charcos que reflejan como un espejo todo lo que en su camino se cruza, y atrapando las pocas hojas que aun quedan del otoño.
Las nubes gruesas parecen alejarse, y algunos rayos de sol tiñen de amarillo los gastados sillares del casco viejo.
Y al pasar junto al puente de piedra, me llama la atención las farolas de hierro, el como sus siluetas culebrean sobre el asfalto mojado. Que pena, hoy no llevo material de pintura encima, así que no me queda otra que hacer una foto con el móvil. Luego en casa, me marco este boceto rápido.
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