lunes, 17 de marzo de 2014

DESDE MI VENTANA

  No tengo más que asomarme a mi ventana para que en pocos segundos mi mirada empiece a repasar los contornos y colores de paisaje. Y como siempre tengo a punto los instrumentos, plasmo humildemente lo que veo.
  Justo en frente, las picudas crestas de la sierra parecen saludarme y al mismo tiempo, juegan con los dorados rayos que le llegan de poniente, pintando oscuras sobras en sus escarpadas paredes.
  Bajo ellas, un sin fin de anárquicas tierras dibujan el terreno escoltadas aquí y allá por viejas charras. Y fantasmagóricamente, una tenue calima las envuelve como si fuera una frágil sábana de seda.
  Y ya, casi al alcance de mi mano, las pequeñas huertas del extrarradio empiezan a verdear, cruzándose en diagonal sus sinuosos surcos con las sombras de los incipiente chopos ribereños. Al final, la vía férrea, a estas horas solitaria,  vuelve a llevar  mi mirada otra vez a viajar por este esplendido paisaje que tengo frente a mi ventana.

martes, 4 de marzo de 2014

Caserío canario


   Paredes blancas piedras volcánicas, teas que adornan tus ojos, tejados rojos que vierten las aguas.

  Navegan los muros entre la verde tela y las envaradas palmeras dibujan su sombra.
  Entre los barrancos, sobre las risqueras, junto a los pantanos, bajo las estrellas. 
  Puertas, ventanas, todas abiertas, el calor penetra. Las palabras antiguas duermen sobre las viguetas.
  Corre, corre el agua baja de la cumbre, el susurro te saluda, te duerme bajo las sobras endémicas.
  Cerúleo arriba, esmeralda abajo, pardo dentro y brillo en los ojos llorosos.