Pisando las sombras antiguas sobre el camino, viajan las almas errantes. Tras cada recodo, espera la ilusión renovada, pero el esfuerzo, las lágrimas y el dolor van pesando.
Y sobre las ramas de los chopos dorados, observan los ojos inquietos de los pájaros absortos, que aveces regalan su trino monótono que acompasan las pisadas.
Y unos tras otros van pasando, siempre siguiendo al sol, con las espaldas repletas y el espíritu dispuesto a entregarlo en el duro camino.
Y yo los miro y viajo con ellos, también me pesa la carga que llevan, también suda mi frente, también lleno las botas de polvo.
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