Uno de mis sitios preferidos para olvidarme de todo, es un lugar muy tranquilo y solitario, rodeado de viñas ribereñas y sin ruidos, solo el rumor de la corriente y el trinar de algún pájaro. Ahí entre esas viejas piedras sueño con otras épocas. Y si aguzo un poco el oído, creo oír los ruidos del pasado: el traqueteo de los los carros sobre el punte, las pisadas de los soldados que marchan cansados, las voces de los arrieros azuzando a las bestias... Pero vuelvo del sueño y no veo mas que viejas piedras, ruinas solitarias que el tiempo las va engullendo. Y el río, que bajos sus ojos pasa, va lamiendo la arenisca de los sillares y en su corriente se pierden esos sonidos que creí haber oído.
Así que, desenfundo mis armas, despliego los instrumentos y me llevo en mi libro de apuntes este boceto del Puente romano de Mantible.
Nota: lo titulo Puente Mantible (La Rioja y Álava) porque ambas comparten restos en cada una de las orillas del río.
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