domingo, 1 de diciembre de 2013

UNA RETIRADA A TIEMPO


    Tras contemplar a través del cristal de mi ventana que el cielo era azul y el sol brillaba con fuerza, sin pensar mucho, cogí los trastos de pintar y me lanzé a la calle.
   Decidí ir a la Grajera, un espacio natural que todos los logroñeses tenemos el placer de disfrutar a cinco minutos de la ciudad.
   Al llegar, todo era bucólico, las ardillas saltaban entre los pinos, los patos chapoteaban en la represa y los cisnes se acercaban a las mesas de la cafetería por si les caída algo.


   Como no tenía prisa, decidí darme un paseo para entrar en calor, porque aunque el sol brillaba, hacía algo de fresco. Después de media hora andando por los senderos del parque e intentando localizar algún paisaje digno de plasmar, me acerqué a la orilla del pantano, donde se contemplaba una vista decente.
   Despliego la silla, saco los pinceles, lápices y demás, cuando empiezo a notar una ligera brisa del noroeste que empezaba a enfriarme la oreja izquierda. Me afanaba en bocetear los que veía, rápidamente empecé con el color, pero la brisa se convirtió en viento, luego en vendaval y al final era un huracán que me congelaba  por momentos. Con pena, rabia y apresurado, metí los bártulos en la mochila y salí por patas al coche. Lo que prometía ser una mañana estupenda de pintura, se fue al chasco, pero ya sabéis , una retirada a tiempo dicen que es una victoria, aunque en este caso sería, una retirada a tiempo es un catarro menos.

2 comentarios:

  1. jajajajajajjajajaja, te imagino corriendo como un loco para el coche, jajajjjajjaja mientras se caían los pinceles y pasabas de ellos

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    1. La verdad es que hacía mucho frío. Gracias por el comentario Lola.

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