De pueblo en pueblo, por entre las casas de piedra y caminos ya viejos, paso la tarde boceteando antiguos templos de Treviño. Busco entre sus piedras gastadas las formas que todos vieron, los ecos del pasado que
aun resuenan aquí y allá. Concentrado en el papel, me siento observado, pero nadie sale a mi encuentro. Yo sigo a lo mio. Y entre pincelada y dibujo, me llevo casi robado, en la tranquilidad inquieta de una tarde soleada, los secretos de estos lugares solitarios.
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