martes, 29 de octubre de 2013

Laguardia

  El sol de la tarde me calienta la cara y me hace entornar los ojos. Por ello, solo puedo entrever los colores y formas del paisaje que me rodea. Es ideal para dejar los detalles de lado, para intentar plasmar solo la esencia. Con trazos rápidos e imprecisos dibujo los contornos, y luego aplico el color de la misma manera, rápida e imprecisa.
   Al terminar, no estoy seguro de haber conseguido lo que venía buscando, pero si que puedo decir que he pasado un buen rato, creo que podría haber pasado junto a mi un tren a toda velocidad y ni lo hubiera oído. Me encanta.

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